lunes, 29 de agosto de 2011
“SI ME OLVIDARE DE TI, OH SEFARAD” EL PRIMER SIMPOSIO DE ESTUDIOS SEFARDÍES, ESPAÑA, 1964, Y LOS RELATOS DEL PODER
El primero de junio de 1964 tuvo lugar en Madrid, España, un acontecimiento sin precedentes. Ese día, en solemne ceremonia, se declaraba inaugurado el Primer Simposio de Estudios Sefardíes, que se extendería seis jornadas durante las cuales se tratarían las cuestiones más complejas y variadas del mundo judío español, en un nivel académico de jerarquía. El encuentro internacional fue organizado por el renombrado Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC, por sus siglas y como lo mencionaré desde este momento) como acto central del vigésimo quinto aniversario de su fundación, por intermedio de la Sección de Estudios Sefardíes, de reciente creación en aquellos años, integrante del Instituto Arias Montano de Estudios Hebraicos (1), establecido en 1940 por el Ministerio de Educación Nacional, y la revista “Sefarad” publicación del mencionado Instituto que hasta el día de hoy se constituye en el medio de expresión de sus investigaciones. También participaron en la organización la Federación Sefardí Mundial y el Instituto de Cultura Hispánica del país anfitrión.
Los seis días que insumieron las actividades realizadas durante el Simposio quedaron reflejadas en una ambiciosa publicación que vio la luz en 1970, titulada “Actas del Primer Simposio de Estudios Sefardíes”, cuya edición estuvo a cargo de Iacob M. Hassán y que fue financiada en parte por la Memorial Foundation for Jewish Culture. Es un libro de más de ochocientas páginas que describe hasta el más mínimo detalle los actos cumplidos. Se divide en una Introducción, a cargo del Dr. Hassán, y seis secciones: Comunicaciones, Sesiones extraordinarias, Discusiones, Crónica, nueve Apéndices e Índices de nombres, palabras, literario, de revistas, de ilustraciones, y un Glosario. (2)
En la Introducción, Iacob Hassán describió minuciosamente el proceso seguido para su edición. Las idas y vueltas entre los disertantes para confirmar sus presentaciones, las correcciones propuestas, aceptadas y rechazadas, las traducciones, las transcripciones de las grabaciones magnetofónicas, revisadas por sus autores o la decisión de los compiladores cuando no recibían su respuesta en el tiempo acordado... En fin, una tarea ímproba que fue componiéndose paso a paso. Las ponencias presentadas en idioma inglés, francés y judeoespañol fueron publicadas en español, aunque en este último caso fue necesaria una actualización en cuanto a la sintaxis y gramática de los términos empleados recurriendo como norma general a las reglas de la lengua española. (3)
Una cuestión que señalaba el cuidado de la escritura de este texto inicial consistió en el exacto significado de las palabras “estudio” y “sefardí” conque se anunció el Simposio. Definía que “un simposio de estudios sefardíes no es un simposio sefardí”. (4), porque por éste “se entiende una reunión de personalidades dedicadas al estudio y solución de problemas que afectan al mundo sefardí en la actualidad” (5); en cambio, el que se desarrolló en 1964 tenía por objeto “el estudio, la investigación del sefardismo” (6). En cuanto al término “sefardí”, hasta ese momento quedaba “reservado para lo judío-español diaspórico (luego de la expulsión de 1492), con exclusión de su precedente hispano-judío medieval”(7).
Ante tanta meticulosidad en el léxico empleado y la necesidad de entregar nuevas definiciones a vocablos ancestrales, no cabe duda que el objetivo esencial del encuentro madrileño radicaba en demarcar un nuevo itinerario, un punto de partida diferente a todo lo cometido hasta ese momento, con la intención de constituirse en el faro que iluminara un futuro pleno de realizaciones. En efecto, Hassan escribía que el propósito de conferir al libro un carácter “enciclopédico” le serviría al futuro estudioso de sefardismo como un instrumento de “iniciación”. (8) En consecuencia, lo que se pretendía a partir del volumen y, por añadidura del Simposio, era consolidar y difundir el conocimiento del judeoespañol, es decir la lengua, historia, creaciones culturales y temas conexos de los judíos oriundos de España en su permanencia de más mil años previos a la trágica jornada de la partida impuesta (9), como antecedente directo al amplio registro de actividades humanas que aportaron los expulsos a los países que los acogieron.
Antes de concluir, el editor exponía algunas especulaciones destinadas a perpetuar los logros del Congreso de 1964. La primera cuestión era cimentar una escuela hispánica de estudios sefardíes que reuniese los trabajos llevados a cabo por cualquier investigador o centro alrededor del mundo. En segundo término, dotar a esos mismos estudios de un hogar en la propia Universidad española que garantizara la formación de especialistas en estas cuestiones (10).
En razón del protagonismo con que se revistió el Dr. Iacob M. Hassan en la ejecución de este Simposio, vale decir algunas palabras sobre su persona. Al momento de su concreción, se desempeñaba en la Secretaría del Comité organizador e integraba asimismo su cuerpo ejecutivo. Había nacido el 11 de junio de 1936 en Madrid. Su dedicación a los estudios sefardíes se inició en 1959 con la Exposición Bibliográfica Sefardí Mundial. Luego viajó a Israel donde realizó estudios en la Universidad Hebrea de Jerusalem mientras buscaba libros y documentos relacionados con el ladino en el Instituto Ben Zvi.
Al regresar a España, continuó su colaboración con el Instituto Arias Montano de Estudios Hebraicos y en 1964, gracias a sus brillantes dotes personales y profesionales, le fue confiada la organización del I Simposio de Estudios Sefardíes.
En 1967, se conformó el Instituto (luego Sección) de Estudios Sefardíes como paso inicial de la tan anhelada “Escuela española de estudios sefardíes”. De inmediato, Hassan fue la cabeza visible de ese grupo.
Experto en filología semítica y románica, accedió a la docencia. Dictó cursos particulares y luego en la cátedra de Estudios Sefardíes, por primera vez en la historia académica española, de la Universidad Autónoma de Madrid entre 1972-75 y desde 2000 en la Universidad Complutense. A solicitud suya, se introdujo la lengua y la literatura sefardí como materia regular en los departamentos universitarios de Filología Hispánica. El resultado de esos cursos fue la publicación de Judíos en la literatura española (1999) y Sefardíes: Literatura y lengua de una nación dispersa (2005).
Durante cuatro décadas integró el plantel de la revista Sefarad en todas sus categorías: como autor desde su primer artículo de 1963, editor, crítico, reseñador y asesor.
En los años ochenta, Kol Israel (la radio pública israelí) y el Instituto Arias Montano firmaron un acuerdo para catalogar la colección de canciones en ladino. Hassan y su colaborador Moshe Shaul completaron en pocos años una colección detallada de más de 2700 canciones, que puso al alcance de investigadores, cantores, folkloristas y compositores que trabajan en el campo de las composiciones musicales judeo-españoles.
Una vez que el Instituto de Filología del CSIC estableció la Biblioteca de Estudios, se consideró guardián y responsable de su crecimiento. De esta manera, se dedicó a visitar o a contactar con las bibliotecas e instituciones internacionales con fondos de impresos y manuscritos sefardíes, con objeto de conseguir copias que aumentaran el número de libros del catálogo inicial. También recopiló fuentes sefardíes aljamiadas y una importante colección de textos orales. Además, impulsó una réplica digital o virtual denominada “Basis: materiales textuales, documentales y bibliográficos de la Biblioteca y Archivo de Estudios Sefardíes”. Con ello se ha establecido una base de datos documental y bibliográfica sustitutiva de la biblioteca y archivo “reales”.
La tarea de su vida se encauzó en instalar las bases de una escuela científica para los estudios sefardíes que comprendiese la lengua, historia y creaciones culturales de los israelitas oriundos de España, en donde confluyeran los estudios judaicos e hispánicos. A lo largo de sus investigaciones sostuvo la necesidad de combinar el patrimonio hispano judío con la cultura española. Dedicó lo mejor de su tiempo a transmitir las técnicas de transcripción, interpretación y presentación de los textos sefardíes aljamiados y a crear una escuela para los estudios sefardíes, hasta entonces limitados a algunos estudios lingüísticos dispersos y al análisis de un puñado de romances y de canciones tradicionales.
Falleció en su ciudad natal, el 10 de abril de 2006 (11).
El volumen recoge, asimismo, la crónica de los acontecimientos que enmarcaron el desarrollo del Encuentro. El primero de junio, día lluvioso en la capital española, tuvo lugar la Apertura del Simposio en el salón de actos del CSIC y posteriormente se realizó la cena de recepción en el Hotel Palace por el Instituto de Estudios Sefardíes. Al día siguiente, se llevó a cabo la primera sesión de trabajo en el salón de conferencias del Instituto Nacional de Estudios Jurídicos, sede de las reuniones hasta el día cinco. Por la noche, el Ayuntamiento de Madrid agasajó a los participantes en los jardines del Buen Retiro. La comunidad israelita madrileña hizo lo mismo en la jornada siguiente. El jueves 4 se trasladaron a Toledo. Luego del almuerzo, hubo un acto en la Sinagoga de Samuel Leví (antes Sinagoga del Tránsito) asiento del Museo Sefardí por disposición del gobierno nacional (12). El viernes las deliberaciones se interrumpieron a la hora de inicio del Shabat. Después del descanso sabático, el sábado 6 se concretó la sesión de clausura y la presentación de las conclusiones del Simposio. Finalmente, el domingo 7, fuera del programa, viajaron a Córdoba, cuyas autoridades habían dispuesto homenajear a Maimónides descubriendo una estatua suya en bronce. En todos las veladas sociales reinó la camaradería, el buen humor y no faltaron las canciones del romancero sefardí, las tradicionales composiciones españolas y las estrofas hebreas que acercaron a los asistentes venciendo antiguos prejuicios (13).
En total se presentaron treinta y dos comunicaciones que abarcaban temas tan diversos como los aportes científicos de los judíos españoles del medioevo, las tradiciones nobiliarias de los grupos sefardíes, la salvación de los judíos por España durante la segunda guerra mundial, los judíos de Tesalónica, los Balcanes y en Jerusalem, las comunidades sefardíes en Nueva York, los problemas de educación entre España e Israel, el romancero sefardí y la poesía popular judeo-española, entre otros (en el Apéndice al final del texto figuran nombre del ponente y título de las mismas). De Israel expusieron Moshe Attias, Haim Avni, Haim Beinart, André Chouraqui, Shaul Esh, Jacqueline Kohanoff, Haim Levanon, Usiel Shmelz, Baruh Uziel, Jacob Yehoshua y Samuel B. Yeshaia. Argentina también tuvo un orador en la persona del doctor Michael Molho, historiador, folklorista y lexicógrafo, en representación de la Asociación Comunidad Israelita Sefardí de Buenos Aires y la Asociación Hebraica Argentina Sefardí Chalom.
En la sesión de Apertura del Simposio, don Federico Pérez Castro, presidente del Comité organizador, en su calidad de Director en Madrid del Instituto de Estudios Sefardíes, dirigió a los participantes y al público presente la conferencia inaugural con el título de Programática. Allí, entre otros conceptos que consideraré más adelante, puso en relieve los vínculos que unían la cultura sefardí con España y viceversa, vínculos que se iniciaron el mismo día de la partida, a fines del siglo XV, cuando comenzó la nueva diáspora, al llevarse consigo la cultura española que les garantizó “durante casi cinco siglos su permanencia como auténticos, perennes e infalsificables españoles”(14). Este acto convocaba nuevamente a españoles y sefardíes, constituyentes inalienables de la rama hispana, quienes amorosamente habían conservado su hispanidad (15). Mencionó la tarea del doctor Ángel Pulido Fernández, quien a principios del siglo veinte reavivó “las brasas medio apagadas de la nación hacia los judíos sefardíes”(16). De igual manera, sintetizó la actuación de los diferentes gobiernos españoles hasta ese día, con leyes, disposiciones y medidas diplomáticas para amparar en momentos complicados a quienes España nunca dejó de considerar españoles. Esta simbiosis entre españoles y sefardíes será un motivo permanente en el discurso de Pérez Castro, recordándola en ocasiones como hebraísmo español (17) o hispanismo-hebreo. (18).
El presidente del Comité organizador traía a la sala de sesiones el asombro que produjo en el pasado el “descubrimiento” de aquellos judíos que hablaban el idioma español de la misma manera que sus vecinos cinco siglos atrás, en un caso que consideraba único porque habían conservado fuera de España las mismas características vitales que entonces: “como sus mayores durante la Edad Media, los sefardíes siguieron siendo judíos españoles”, circunstancia que impactaba por lo que significaba dentro del Judaísmo y la Hispanidad (19).
Entre los entusiasmos y los augurios de progreso por la reunificación hispano-israelita, el discurso del presidente del Comité organizador empezó a internarse en los meandros ideológicos del caso. Arrancaba la historia para el señor Pérez Castro en el año 70 cuando la cólera divina arrasó el Templo de Jerusalem e impulsó al pueblo judío a la dispersión por el mundo, con la misión de transmitir a las sucesivas generaciones el mensaje del Antiguo Testamento (20). Se detectan aquí dos elementos a tener en cuenta: no hay enemigo corpóreo –el imperio romano- que produjo la catástrofe, por lo cual se la puede atribuir a un cataclismo natural (un terremoto, una inundación) o a la propia desidia de las víctimas; el segundo, la tarea de Israel ante la humanidad es difundir la palabra antiguotestamentaria. Ambos aspectos poseen una importancia trascendente en lo que sigue porque a partir de allí se supone que no existe la redención para los israelitas y su eterno destino es el continuo peregrinar. El único equipaje que portan es un libro, el Libro, para mantenerse en pie hasta la consumación de los tiempos. Ese Libro es la razón de su existencia y permanencia futura (21).
Una situación que casi iguala en dramatismo a aquélla es la salida obligada de los judíos de España a fines del siglo XV, iniciando una nueva diáspora: la diáspora sefardí. En esta ocasión, lo único que se llevaron fue la cultura española (22). Como en el primer caso, obsérvese que no se evidencia causa humana. ¿Por qué motivo y quién dispone que los hebreos abandonen la tierra donde habitaron durante un milenio y medio? ¿Otro fenómeno de la naturaleza? La falta de mención de los causantes de la primera expulsión responde funcionalmente al silencio sobre los que originaron la segunda. Y si se decía que en el año 70 fueron los romanos, en ésta habría que asentar al Tribunal del Santo Oficio, a Fernando de Aragón e Isabel de Castilla y, en definitiva, a la Iglesia Católica. No olvidar que estamos en 1964 y que gobierna España el caudillo y caballero cristiano Francisco Franco.
Como dato que arroja luz sobre el tema, ninguna de las ponencias hace referencia a las causas de la expulsión o sus mentores. Francisco Cantera Burgos en Los judíos expulsos de San Martín de Valdeiglesias, habla de la buena vida que llevaban los israelitas residentes en esa villa. En su mayoría eran dueños de las casas en que vivían, compradas a cristianos empobrecidos; ambos grupos habitaban mezclados en el pueblo e incluso algunas de las propiedades de los hebreos poseían medianera con la vivienda parroquial. Hasta el año 1492, época de la dispersión judía de España (23). En el mismo tenor, se expresa Michael Molho: “Al ocaso de la Edad Media y comienzos del Renacimiento, los judíos de la península ibérica se ve obligados a abandonar su patria” (24).
Ante la ausencia de un agente directo responsable de la expulsión, Pérez Castro opta por dar un rodeo y desarrolla un contenido laudatorio acerca de las condiciones que España les brindó a los israelitas en su crecimiento intelectual durante su Edad Media. Hasta el siglo VII la literatura hebrea gira casi exclusivamente en torno de la religión, es decir, el Antiguo Testamento. A partir de entonces, y en especial en los siglos XII y XIII, se produce un giro radical en la realización literaria, abandonando la raíz religiosa e internándose en la filosofía, las ciencias, el interés por la Naturaleza, lo bello y lo emotivo. Se integran los medievos judío y español para generar la cultura hebraico-española. Mientras que en el resto de Europa el judaísmo soporta un sinfín de pesares, en España vive una vida más abierta que le franquea la posibilidad de alejarse del estudio exclusivo de la religión y entrar en el terreno de la cultura secular (25).
Nuevamente en esta parte no se alude la presión externa, los pogroms, las conversiones forzadas, las competencias teológicas, el desprecio permanente. Se puede figurar la sugerencia de que la religión judía es un impedimento para disfrutar de los bienes que ofrece la existencia y que aun la poesía sagrada hispano-hebrea supera los tristes tonos de la reflexión religiosa, con la posibilidad de adentrarse en las sublimidades del neoplatonismo, los problemas universales, la vanidad del mundo, la brevedad de la vida, la inestabilidad de las cosas... (26). Podría decirse que España liberó a los judíos de su eterno peso nostálgico por la perdida tierra de Sión. Para qué persistir en la religión antigua, ¿acaso no hay una nueva que brinda la libertad creadora? Si no se puede apartar a los judíos de su pertinacia, procurar al menos que olviden sus principios milenarios. Secularizar al judío haciéndole ver que la religión actúa como un freno a la creación artística. La libertad emancipadora que España ofreció a los judíos fue más allá de sus fronteras con las dos grandes líneas directrices del judaísmo universal posterior: la Cábala y el jasidismo (27)
El elemento español, en definitiva, es lo que hizo de los hispano-hebreos primero y de los sefardíes, después en la diáspora, su sello característico. Antes de abandonar la península, el pueblo judío vivió como el resto de los españoles: sus formas de vida y de cultura fueron perfectamente españolas, hasta el punto que al salir de España los sefardíes conservaron a través de los siglos la cultura y el sentir de sus convecinos hasta en sus más pequeños detalles y los transfirieron a donde fueron a establecerse. (28)
De modo que estos expulsados sin clemencia ni derechos se constituyeron en la avanzada de España en Europa, una España que con el correr de los siglos fue deslizándose hacia una mansa decadencia al ritmo de la férrea disciplina eclesiástica, inestabilidad política y gobiernos ineficaces, en muchos casos efímeros. Los sefardíes mantuvieron vivo el nacionalismo español en tiempos de cambios, en sitios tan remotos como Turquía, Grecia, los Balcanes e inclusive el continente americano. Mostraron cómo era España en la época de oro de la Reconquista y los Reyes Católicos, el descubrimiento de América y la Iglesia en su momento de esplendor. La excelencia sefardí fue producto exclusivo de la auténtica cultura española y para dar nuevamente grandeza a España había que repatriar a esos exponentes perdidos. Los sefardíes eran, en resumen, el eslabón perdido que daba sentido al pasado hispánico.
Mucho antes del contenido político con que se procuró presentar este hallazgo, hubo otro de carácter cultural. El primer contacto tuvo lugar en la guerra en el norte de África, en 1859, cuando las fuerzas españolas se encontraron con los judíos de Marruecos, que seguían utilizando el idioma que se llevaron de España y muchas de sus costumbres. En 1866, cuando el diplomático Pedro Felipe Monlau viajó a Constantinopla, le sorprendió oír hablar español en las calles. Juan Eugenio Hartzenbusch, director de la Biblioteca Nacional, en su informe anual del 1 de enero de 1867 anunciando la recepción de libros en Djudezmo, que Monlau había traído consigo, sugirió la introducción de una prensa española en la que se pudieran imprimir libros en “dos columnas, una con caracteres rabínicos y otra en letra romana”, para “establecer relaciones con ventajas recíprocas entre los españoles de hoy y los descendientes de otros que, fuera de nuestra Península conservan apellidos nuestros, y un poco del habla en que departieron con Juan Baena los capellanes de los Reyes Católicos”. Hartzenbusch terminaba su alegato llegando a la conclusión de que toda nación civilizada debe seguir una política lingüística no sólo en su país, sino en todos aquellos lugares en los que se habla su lengua, en beneficio de la pureza de dicha lengua. “Obligación de todo país civilizado es purificar y conservar su lengua dondequiera que se use”. No sólo era la lengua lo que interesaba a los círculos intelectuales de España, sino también la literatura, a partir de una serie de Romanzas y tradiciones orales. Asimismo, varios estudiosos, como José Amador de los Ríos, estaban comenzando a redescubrir las contribuciones que los judíos habían hecho a la civilización española (29).
Más allá de los emprendimientos económicos fallidos que se intentaron a partir de los encuentros iniciales, los sefardíes llamaron la atención en su país de origen por haber mantenido intactos su idioma y sus costumbres. Así lo expresaba el 1 de agosto de1881, Daniel Fernández, uno de los líderes de la comunidad sefardí y director de un banco francés en el Imperio Otomano, que pidió al rey abriera las puertas de España a los sefardíes que habían conservado su hispanismo “durante más de tres siglos con una perseverancia que admira el mundo. Claro es que nos consideramos de hecho como españoles, carácter y calidad que perdimos contra nuestra voluntad y que apreciamos más que las riquezas que entonces nos arrebataron” (30).
Quien dio un nuevo y vigoroso impulso al diálogo entre España y los sefardíes fue el Dr. Ángel Pulido Fernández. El 24 de agosto de 1903, en un viaje a Belgrado, escuchó hablar castellano a un grupo de gente. Este encuentro fortuito con Enrique Bejarano, un profesor sefardí de Bucarest, lo intrigó y le puso en el camino de la investigación de los sefardíes. No bien llegó a Madrid, Pulido, que era senador representante de la Universidad de Salamanca, comenzó a escribir artículos en los periódicos sobre los sefardíes y especialmente sobre el idioma español, tan bien conservado después de tantos siglos. Basado en sus hallazgos y opiniones publicó el libro “Españoles sin patria y la raza sefardí”(1905) en donde abogó por el retorno de los judíos sefardíes a España(31).
El 13 de noviembre de 1903, Pulido tomó la palabra en el Senado y en un emotivo alegato habló a sus colegas senadores de los sefardíes y su lengua; “el castellano es por ellos considerado, con muchísima razón como el idioma propio, como el idioma natural, y que, en algunos sitios, se tiene un grandísimo interés en su conservación” (32) El trabajo de Pulido fue una tarea de exploración, manteniendo viva la antorcha de la reconciliación hispano-sefardí, a pesar de los ataques de quienes se aferraban a las antiguas disposiciones (33). Fue el primero que le dio a esta empresa una dimensión trascendente ya que avistó el peligro de que con el imperialismo lingüístico, ejercido principalmente por Francia creando escuelas en toda el área mediterránea oriental, viniera también un imperialismo económico y político.
Los acontecimientos que se produjeron en el Mediterráneo Oriental, especialmente después de la primera y segunda guerras de los Balcanes y de la Primera Guerra Mundial que desembocó en la desintegración del Imperio Otomano, provocaron un rápido deterioro de la situación de los sefardíes. En 1923, Turquía suprimió el sistema de capitulaciones, régimen especial que protegía a los cristianos y judíos en su territorio. El general Primo de Rivera, que había tomado el poder mediante un golpe de estado en septiembre de ese año, consiguió que el rey Alfonso XIII firmara en diciembre de 1924 un decreto ley que permitía a los sefardíes que lo quisieran inscribirse como españoles en cualquier consulado o embajada, sin más condiciones o limitaciones (34) Era de hecho la concesión de la nacionalidad española a los anteriormente protegidos judíos españoles. Este decreto apenas tuvo vigencia a causa, principalmente, de negligencias y prejuicios (35).
A partir del estallido de la guerra civil, Francisco Franco llevó a cabo una política contradictoria. Por una parte, consideraba el ‘contubernio judeo-masónico-izquierdista’ una especie de plaga de la humanidad y se presentaba como el gran defensor de la civilización occidental frente a sus enemigos de la ‘conjura tripartita’. Pero, al mismo tiempo, miles de judíos encontraron refugio en España huyendo de los horrores del Holocausto, pese a los nexos del régimen con el Eje nazifascista.
Al respecto es bien clara la ponencia presentada por Jaim Avni, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalem, en el Simposio de 1964 (36). El autor reconoce dos épocas en el genocidio del pueblo judío: 1) hasta el comienzo del año 1942; y 2) desde entonces hasta el final de la contienda, con base predominante de la “Solución Final”. La actitud de España hacia los refugiados judíos es la ausencia de discriminación legal al admitir su judaicidad, ni por las autoridades ni la población. A partir de 1942, España mantiene abierta su frontera para todos los que escapan de manera clandestina del régimen nazi. La atención de los refugiados queda a manos de los correspondientes cónsules; para los apátridas judíos se tolera la actividad del delegado oficioso del American Joint Distribution Committee en Barcelona y desde 1943 se autoriza el funcionamiento en Madrid de la Representation in Spain of the American Relief Organization. Los movimientos judíos de resistencia en Francia y Holanda organizan el paso a través de los Pirineos y luego el viaje a Eretz Israel, también se organiza un sistema de salvación de niños judíos por el mismo método.
En cuanto a los sefardíes de ciudadanía española de acuerdo al decreto de 1924, radicados en Rumania, Grecia, Bulgaria, Yugoslavia, Hungría, Francia y Marruecos son protegidos y, en consecuencia, salvados por los respectivos embajadores españoles en esos países en razón de que la legislación española no conoce ninguna discriminación entre sus ciudadanos por razones de raza o de religión. En enero de 1943, Adolf Eichman anuncia un plazo final dentro del cual todos los países neutrales que tienen en territorio alemán ciudadanos judíos deben retirarlos. Comienza entonces la repatriación de los mismos. En 1944, se otorga a quinientos niños judíos de Hungría un permiso de inmigración a Tánger y dos mil “cartas de protección”, que atestiguan que sus portadores tienen parientes en España y por eso merecen la protección española.
El profesor Avni concluye que en la primera época pasaron por España varias decenas de miles de judíos. En la segunda época se refugiaron en la península unos cinco mil judíos que llegaron por su propia iniciativa, más quinientos jóvenes y cien niños traídos por la resistencia judía en Francia y Holanda. El número de judíos españoles repatriados llegaría a más de seiscientos. Los judíos de Hungría superarían los tres mil y los de Marruecos ha quedado indeterminado. Estimaciones posteriores le permiten al profesor Avni asegurar que unos 40.000 judíos fueron salvados de una muerte segura en este período.
El 23 de octubre de 1940, cuando las tropas alemanas estaban a lo largo de la frontera española tras la caída de Francia, Franco se entrevistó con Hitler en la localidad fronteriza francesa de Hendaya, negándose a satisfacer cualquiera de sus peticiones, incluida la entrada en vigor de legislación antijudía. Algunos meses más tarde, Franco creó en Madrid y Barcelona el Instituto de Estudios Judíos “Benito Arias Montano”. A partir de entonces, una serie de realizaciones afianzaron la relación entre el régimen franquista y el mundo sefardí. A principios de 1945 Franco permitió a la Agencia Judía que actuara en territorio español para facilitar la inmigración ilegal de los supervivientes de los campos de concentración a Palestina, donde por entonces los británicos impedían la inmigración judía. En 1953, las actividades de Iamin Noraim. Tras la participación de Israel en los acontecimientos de Suez de 1956, a los judíos marroquíes se les prohibió emigrar a Israel. El Jajam Rabí Dr. Solomon Gaon, fue recibido en varias ocasiones en privado por Franco y España hizo lo necesario para el traslado en masa hacia Israel a través del Sahara Español, con la aprobación tácita del Gobierno marroquí. En 1959, se llevó a cabo la Exposición Bibliográfica Sefardí Internacional, que estuvo abierta al público durante un mes en la Biblioteca Nacional de Madrid.
El “I Simposio de Estudios Sefarditas” se celebró en Madrid del 1 al 6 de junio de 1964.
En el año 1965 Franco recibió en audiencia a delegados de congregaciones judías en su propio país. El 14 de diciembre de 1966, diecinueve millones de españoles votaron a favor de una ley propuesta por Franco para la concesión de libertad de culto para todas las religiones no católicas. Inmediatamente se concedió el permiso para la celebración de actos religiosos judíos públicos. El 16 de diciembre de 1968 se inauguró en Madrid la primera sinagoga desde 1492. Para conmemorar el acontecimiento, se derogó del Edicto de Expulsión de 1492.
Tras la contienda entre árabes e israelíes de 1967, Franco intervino personalmente en nombre de los judíos egipcios “apátridas” detenidos por Nasser e internados en condiciones inhumanas. Durante 1968, 110 de estas personas pudieron trasladarse a España, que habían quedado bloqueados por el gobierno de Nasser tras la Guerra de los Seis Días.
Cuando Tánger y Tetuán fueron anexionadas a Marruecos, el Gobierno español invitó a todos los habitantes judíos de estas dos ciudades a que se instalaran en España.
En 1972, España era el único país en el que, al margen de Israel, todas las Universidades estatales tenían un Departamento de Estudios Judíos.
A pesar de los acercamientos que existieron entre Israel y España, desde la independencia del Estado judío, el establecimiento de relaciones diplomáticas plenas no se pudo concretar sino hasta 1986. Estos desencuentros son descritos por el primer embajador israelí en la península ibérica, Samuel Hadas, en un breve trabajo con motivo del vigésimo quinto aniversario de esa decisión conjunta (37). Hadas atribuye al gobierno israelí de 1948 ignorar a Alemania y España cuando solicitó el reconocimiento de la comunidad internacional por considerar que Franco había sido aliado del Eje. Aunque éste ofreció establecer relaciones diplomáticas, la respuesta de Israel fue un “por ahora no”, por razones ideológicas y de política interna, una actitud de rechazo a un régimen desacreditado durante los años siguientes a la fundación del Estado de Israel. Los intentos de Franco de establecer relaciones diplomáticas con Israel fueron rechazados una y otra vez por su gobierno. La búsqueda de relaciones con el flamante Estado judío era parte de los esfuerzos del régimen por mejorar su mala imagen internacional, en la situación de aislamiento internacional en que se encontraba el régimen después de la Segunda Guerra Mundial. Cuando España comenzó a salir del aislamiento internacional, gracias sobre todo al acuerdo militar con EEUU, cuyo presidente, Dwight D. Eisenhower, buscaba aliados anticomunistas en la Guerra Fría, se invirtió la situación. España, que comenzaba entonces a desarrollar ‘relaciones especiales’ con los países árabes, efectuó un viraje. Pero también Israel cambió entonces de política y siguiendo sus propios intereses intentó, infructuosamente, establecer relaciones diplomáticas. Este derrotero ambiguo no impidió, sin embargo, expresar a importantes voceros judíos sus testimonios de agradecimiento en distintos años por la acción llevada a cabo por España y, en particular, por Francisco Franco, durante la guerra europea. Entre ellos, cabe citar, a Salomón Ben Ami, Ministro de Asuntos Exteriores de Israel y Embajador de Israel en España (1991); Golda Meier, Primera Ministra de Israel, siendo Ministra de Asuntos Exteriores (1959); Elie Wiezel, escritor judío, premio Nobel de la Paz (1990); Haim Avni, profesor de la Universidad hebrea de Jerusalén (1970); Jaim Lipschitz, escritor judío. Autor del libro “Franco, Spain, the Jews and the holocaust” (1970); Israel Singer, Presidente del Congreso Mundial Judío (2005). Los coeditores de “The American Sephardi” rezaron un responso por el alma del Generalísimo Francisco Franco luego de su muerte, ocurrida el 22 de noviembre de 1975, ante el arca de la histórica Sinagoga Hispano-Portuguesa, en la ciudad de Nueva York. (38)
En páginas anteriores, expuse que uno de los objetivos del Simposio era recuperar y valorar el aporte que los judíos españoles habían hecho a España, que, según su visión, era en parte una devolución de lo mucho que ella les había dado. España posibilitó a los israelitas su crecimiento intelectual durante su Edad Media, que se traducía, en literatura, en el éxodo desde el Antiguo Testamento hacia la filosofía, las ciencias, el interés por la Naturaleza, lo bello y lo emotivo. Es el nacimiento de la cultura hebraico-española. Podría decirse que España liberó a los judíos de su eterno peso nostálgico por la perdida tierra de Sión. El elemento español, en definitiva, fue lo que dio a los hispano-hebreos su sello característico.
En el Decreto de 1964 de creación del Museo Sefardí en Toledo, Francisco Franco, entre los considerandos, hacía constar la asimilación de una parte del pueblo judío “del genio y la mente hispanos”, sin lo cual “no pueden entenderse los variados aspectos que ofrece la personalidad de los sefardíes”. (39). “Para estrechar los lazos que han vinculado a los sefardíes con España” se creaba el Museo, “dedicado a los testimonios de la cultura hebraico-española” (40).
En el discurso pronunciado por Pilar Primo de Rivera, jefa de la sección Femenina de la Falange, en Viena, en diciembre de 1942, aparecía con toda claridad el nuevo status que el universo judío ganaba en el imaginario de la derecha autoritaria española: “Queremos dejar bien sentado -dijo la hermana de José Antonio- que nuestra oposición al judaísmo envolvería, en todo caso, un sentido estrictamente político, económico y social, y no una oposición por razones de raza o religión”. (41) Quitando el concepto de raza que no se corresponde con lo humano, el interés del nacionalismo católico español, a diferencia del nacional socialismo alemán, que procuraba la destrucción de todo rastro semítico del planeta, era la faz religiosa de sus judíos, es decir, los sefardíes, en el sentido que se aplicaba desde los años iniciales de la Iglesia: la preservación del pueblo judío como una muestra viviente de la condena a quien se negaba a reconocer a Jesús como el Mesías. Pero por obra del elemento español, el sefardismo había evolucionado de una manera vigorosa y constante, convirtiéndose en algo bien diferente de lo que se entendía por judío en el estricto sentido religioso. Se había transmutado en un ser investido de cualidades únicas que mantuvo vivas la grandeza y las tradiciones imperiales ibéricas, acechadas por tiempos de cambio. Eran, en resumen, el eslabón perdido que daba sentido al pasado hispánico.
Los sefardíes encarnaban la edad de oro que anhela todo nacionalismo absolutista. No por ellos mismos, sino porque atestiguaban el esplendor de una época cuyos caminos de retorno no figuraban en los mapas.
APÉNDICE: RELACIÓN DE LAS PONENCIAS Y SUS AUTORES PRESENTADAS EN EL SIMPOSIO, SEPARADAS POR TEMAS.
a)-Historia, Derecho
Los judíos expulsos de San Martín de Valdeiglesias, Francisco Cantera Burgos; Aportaciones científicas de los judíos españoles a fines de la Edad Media, José Ma. Millás Vallicrosa; La formación del mundo sefardí, Haim Beinart; Tradiciones nobiliarias de los grupos sefardíes, Hermann Kellenbenz; Quelques aspects historiques de l’œuvre de l’Alliance Israélite Universelle dans le monde séphardi, Gérard Israel; Radicación de los exilados de España en Turquía y emigración de los sefardís de Oriente a América, Michael Molho; Recuerdo del Doctor Pulido, Ángel Pulido Martín; La salvación de judíos por España durante la segunda guerra mundial, Haim Avni; Notes sur les juifs de Thessalonique, Baruch Schiby; Jerusalem y sus comunidades sefaraditas, Samuel B. Yeshaia; Sobre la pervivencia del Derecho privado de las comunidades sefardíes. Algunas precisiones de carácter metodológico, José Manuel Pérez Prendes y Muñoz de Arracó.
b)-Sociología, Estado actual del mundo sefardí, Demografía.
Some Observations on the Place of Sepharadim in Modern Jewry, Shaul Esh; El area de sefardización secundaria: América latina, León S. Pérez; Las comunidades judías en Nueva York. Promesas de futuro, Mair J. Benardete; Les problèmes de l’integration des juifs nordafricans en France, Georges Levitte; État actuel au judaïsme nord-africain en Afrique du Nord, en France et en Israël, André Chouraqui; Communautés en transition, Jacqueline Kahanoff; Mi experiencia personal del mundo sefardí, Blas Piñar López; La cultura española como enlace no solamente de los diversos núcleos sefardíes con la Península, sino también de los distintos centros dispersos entre sí, Jacobo Bentata; The Situation of the Sephardim en United States and Israel and their Education and Cultural Potentials, Jean R. Elyachar; España e Israel: problemas de educación, Ovadia Camhy; The Demographic Study of the Sephardim in the World, Usiel Schmelz.
c)-Filología, Literatura, Folklore
Causas de desaparición de formas dialectales, Antonio Quilis; Hispanisme et judaïsme des langues parlées et écrites par les Sefardim, I. S. Révah; Some Data Concerning Medical Nomenclature in Sixteenth Century Judeo-Spanish, Cynthia M Crews; Decadencia del judeo-español. Perspectivas para el futuro, Henry V. Besso; Ojeada sobre el judeoespañol de Marruecos, Carlos Benarroch; Posibilidades de conservación del judeo-español por medio de versiones literarias, Manuel Criado de Val; Para un gran Romancero sefardí, Samuel G. Armistead y Joseph H. Silverman; Sobre la poesía popular judeo-española, Moshe Attias; Hacia un Corpus paremiológico judeo-español de los Balcanes, Evaristo Correa Calderón; Características del ladino y su folklore, Baruh Uziel.
NOTAS
(1)- El Instituto de Estudios Judíos “Benito Arias Montano” ha tenido desde sus inicios sedes en Madrid y Barcelona. Así denominado en homenaje a Benito Arias Montano, nacido en 1527 en Fregenal de la Sierra (Badajoz), fue un ilustre hebraísta, biólogo y escritor políglota, y uno de los hombres más cultos y sabios de los círculos intelectuales españoles del siglo XVI.
(2)- Actas del Primer Simposio de Estudios Sefardíes, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto “Arias Montano”, Sección de Estudios Sefardíes. Madrid, 1970. En todos los casos utilizo el vocablo “sefardí” y no otros como sefaradí o sefardita porque es el que se emplea en el texto. El volumen consultado integra el catálogo de la Biblioteca Pública Bernardino Rivadavia, de la ciudad de Bahía Blanca (Argentina) y fue donado por la destacada filóloga doctora María Beatriz Fontanella de Weinberg, luego de su fallecimiento.
(3)- Idem, pg. XIII-XIV.
(4)- Id, pg. XVII.
(5)- Id.
(6)- Id.
(7)- Id, pg XVIII.
(8)- Id, pg. XX.
(9)- Id, pgs. XVIII-XIX.
(10)- Id, pg. XXV.
(11)- Javier Castaño. Sefarad. Revista de Estudios Hebraicos, Sefardíes y de Oriente Próximo. Vol. 66: 1, enero-junio 2006, págs. 1-6.
(12)- Decreto del 18 de marzo de 1964, en Actas... op.cit. pgs.613-615.
(13)- Para una descripción completa de las actividades, véase Id, pgs. 497-518.
(14)- Actas, op.cit., pg. 4-5.
(15)- Id. pg 5.
(16)- Id. pg. 5.
(17)- Id. pg. 8.
(18)- Id. pg. 13.
(19)- Id. pg. 10.
(20)- Id. pg. 3.
(21)- Id. pg. 4.
(22)- Id. pg.4.
(23)- Francisco Cantera Burgos, Los judíos expulsos de San Martín de Valdeiglesias. Actas, op.cit., pgs 23-31.
(24)- Michael Molho, Radicación de los exilados de España en Turquía y emigración de los sefardís de Oriente a América. Actas, op.cit., pg.65.
(25)- Actas, op.cit., pgs.10-11.
(26)- Id. pg.12.
(27)- Id. pg.13.
(28)- Id. pgs.13.14.
29)- Albert De Vidas, El Dr. Ángel Pulido y el redescubrimiento de los sefardíes al final del siglo XX, Erensia Sefardi. Fairdield, CT, EEUU pgs 321.338. http://www.dpz.es/turismo/monograficos/aragon-sefarad/volumeni/voli-12.pdf
(30)- Manuel FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, «España y los judíos en el reinado de Alfonso XII», Hispania, vol. XXV, oct.-dic. 1965, n.º 100, p. 574, en Albert Das Vidas, op.cit
(31)- Ángel Pulido Fernández. Españoles sin patria y la raza sefardí, Edición facsímil, Universidad de Granada. Granada, 1993.
(32)- Discurso de Pulido al Senado el 13 de noviembre de 1903. El discurso ha sido reeditado en: España y sus hijos de Oriente por Maurice J. Bensasson, Alicante 1905,p. 121, en Albert das Vidas, op.cit.
(33)- Nota 68, en Albert das Vidas, op.cit.
(34)- Véase el Real Decreto en Apéndice 4: España y los sefardíes. Actas..., op.cit. pgs. 583-586 y la Circular con las instrucciones pgs. 587-588.
(35)- Luis Suárez Fernández, en su obra sobre Franco y la segunda Guerra Mundial, aclara el origen de la providencial disposición que hizo de todos los sefardíes súbditos españoles en potencia, citado por Pedro SCHWARTZ en «La vanguardia Digital» ( España ), 4 de mayo de 1.999, http://www.fnff.es/francopolitico_008.htm
(36)- Jaim Avni, La salvación de judíos por España durante la segunda guerra mundial, Actas, op.cit. pgs. 81-89.
(37)- Samuel Hadas, Un legado para la Transición: Israel. Documento de Trabajo número 1. Fundación Transición Española, Madrid, 2010. (www.transicion.org.)
(38)- www.generalisimofranco.com
(39)- Actas... op.cit. pg.613.
(40)- Id.
(41)- Pedro Schwartz, op. cit.
PABLO A. FREINKEL
Nacido en Bahía Blanca (Argentina). Licenciado en Bioquímica. Periodista y escritor. Publicó Diccionario Biográfico Bahiense (1994), Metafísica y Holocausto (ensayo, 2000) y las novelas El día que Sigmund Freud asesinó a Moisés (2009) y Los destinos sagrados (2010). Expositor en los Encuentros Recreando la Cultura Judía, AMIA (2001, 2003, 2005, 2006), cuyas ponencias se publicaron en las respectivas compilaciones, y en el III y IV Simposio Internacional de Estudios Sefaradíes, Cidicsef-Universidad Maimónides, de Buenos Aires. Segundo Premio en el Concurso de Ensayos AMIA 2004, editado por Editorial Milá. Colaborador del semanario Mundo Israelita y de la revista Nuestra Memoria, de la Fundación Memorial del Holocausto, ambos de Buenos Aires, y de publicaciones de Jerusalem y Nueva York. Traductor voluntario inglés-español de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg. Desde 1995, co-conductor del programa radial Kol Hashalom (La voz de la paz) de su ciudad natal. Corresponsal de Radio Sefarad (España).
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